La necesidad de reducir el impacto ambiental de la actividad del sector de la construcción se está planteando ya a nivel institucional y las iniciativas políticas y económicas para alentar el uso de materiales reciclados (o reciclables), de origen natural, poco procesados o con una baja huella de carbono se anuncian a bombo y platillo, día sí, día no.
En una sociedad que se continúa agarrando a las promesas tecnológicas para seguir manteniendo la cabeza fuera del agua, la industrialización y la digitalización son vistas en muchos ámbitos como el único camino a seguir y la receta universal para salvar los trastos.
Mientras, en otro mundo, en el que la cultura constructiva aspira a incluir a las personas como protagonistas de sus procesos, las cosas se ven de otra manera. Con un ojo puesto en la tradición y otro en los recursos localmente disponibles, el factor humano se convierte en la pieza esencial.
Si algún material se ha ganado su inclusión entre los elegidos en este otro mundo, ese e…
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