#101 Devenir animal: sentir el lugar
“(…) luego entré por la puerta a nuestra casa, agradecido por el calor de sus paredes y la familiaridad del lugar.
Pero cuando me quité las botas y dejé la mochila en la mesada, noté que algo no andaba bien. Había cierta angustia, cierta perturbación en la casa. Volví a abrir la puerta de par en par, preguntándome si había dejado algo afuera, pero no había nada. Cerré la puerta, agarré la correspondencia y me dirigí al sillón. Y entonces me detuve. Las paredes, el techo, las mesas bajas e incluso las paredes me fulminaron con la mirada. El sillón, con sus gruesos almohadones tapizados, me mantenía a distancia. «La pequeña se ha ido», mascullé en voz baja.
Mis palabras parecieron inducir un sutil cambio en el comportamiento de las escaleras, y las paredes se empezaron a combar. Todo el interior parecía pesado, opresivo: la acusación se había convertido en abatimiento. «Pero la bebé volverá -dije, a nadie en particular, y luego más fuerte-: ¡Escuchen! Hannah volverá. ¡En diez días estará …
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